En el taxi con Torrente

(El brazo tonto de la ley y yo, La Habana – 11/08/2018)

En La Habana, como en otras ciudades del mundo, funcionan los taxis colectivos. Son taxis con una ruta predefinida en los que te subes y bajas cuando lo solicitas. Los colectivos son siempre compartidos. Otra gente se sube al taxi y comparten el viaje.

Evidentemente, los colectivos son mucho más baratos que los taxis individuales (en la Habana pagas hasta 10 veces menos) y siempre son mucho más interesantes, ya que compartes el viaje con personas locales. Lo cual te permite saborerar la realidad de las gentes que habitan la ciudad.

Normalmente en los colectivos te encuentras con gente simpática. Ayer, al subirme al colectivo, me topé con un personaje para recordar. La personificación de Torrente en un cubano: CuTorrente.

CuTorrente reía compulsivamente y dominaba la conversación dentro del colectivo. No se oía a otra persona más que a él. Nada más subirme, centró su verborrea en la persona nueva que se subía al colectivo: o sea, yo.

– ‘Hola tío, joder la ostia como estás tío?’ – lo cual fue seguido de una carcajada grotesca, que sería la muletilla que acompañaría a cualquiera de sus frases. – ‘Eres de Essshhpaña!’

Por lo visto, CuTorrente encontraba sus intervenciones de una gran brillantez y gracia.

– ‘Si, ya veo que lo has notado’ – alcancé a decir, intentando ser educado pero conciso y breve.

Confiaba en no alimentar la conversación. Pero eso no detuvo a CuTorrente.

– ‘ Te gusta el fútbol? De qué equipo eres?…..   Prefieres a Messi o a Cristiano?‘ – preguntó de inmediato.
– ‘La verdad? Pues ninguno de los dos……. No me gustan las superestrellas en un equipo. Prefiero cuando el equipo no gira en torno a una sola persona y es más equilibrado’ – respondí.
– ‘Joder, al essshpañol no le gustan las figuras!’ – alcanzó a verborrear dirigiéndose al resto de la gente del colectivo, tras lo cual acto seguido lanzó otra de sus carcajadas delirantes.

El chico sentado al lado mío me miró con cara atónita, aunque más cara de póker tendría yo. CuTorrente seguia diciendo nosequé y riendo a carcajada limpia. Acto seguido, volvió a preguntarme.

– ‘Te gusta la farlopa?‘ – alcanzó a decir.

Temiéndome una reacción aun más histriónica, sopesé mi respuesta a fin de decir algo que fuese neutro y no le diese más cuerda a su verborrea (Un curripipi mix, en términos de Jesulín de Ubrique).

– ‘Si es buena,   sí – le respondí
– ‘Ah pues yo tengo, quieres?‘ -dijo él partiéndose de risa
– ‘Gracias, pero ya voy a dormir’ – le contesté. Y pensé para mis adentros, ‘tiene que ser una farlopa muy buena, porque se te ha ido la pinza del todo y no te das cuenta de lo fuera de tono que estás!’

CuTorrente seguía berreando y riéndose de sus propias ocurrencias. Las caras del resto de personas en el colectivo eren dignas de ser fotografiadas. Qué tipo tan casposo!

Al parar en un semáforo, dos chicas cruzaron la calle. Eran dos muchachas normales, nada llamativas y desde luego, sin un físico agraciado. Pero el olor a mujer debió de llegar a las papilas olfativas de CuTorrente a través de los conductos de ventilación del colectivo.

-‘Mira que dos shoshitos, qué ricos… no te gustaría comértelos?’ – espetó… seguido de una carcajada tan larga y ruidosa que afortuanadamente no hubo ocasión de decir nada.

El semáforo se puso en verde, el coche en marcha y dos manzanas más adelante me bajé… justo a tiempo antes de que CuTorrente propusiese a la gente del colectivo hacerse unas pajillas…….  pero sin mariconadas, eh?

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